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miércoles, 29 de junio de 2016

Curriculum Vitae - Blanca Varela

Curriculum Vitae

digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.

domingo, 19 de junio de 2016

Los dos Reyes y los dos laberintos - Jorge Luis Borges

Los dos reyes y los dos laberintos [1]
(El Aleph (1949)

         Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan complejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.”
          Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquél que no muere.



[1] Ésta es la historia que el rector divulgó desde el púlpito. Véase la página [...«Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto», párrafo 12: “Nuestro rector, el señor Allaby, hombre de curiosa lectura, exhumó la historia de un rey a quien la Divinidad castigó por haber erigido un laberinto y la divulgó desde el púlpito...”]

lunes, 6 de junio de 2016

NAVEGANDO HACIA BIZANCIO - Sailing to Byzantium By William Butler Yeats

NAVEGANDO HACIA BIZANCIO

I
Aquel no es un país para hombres viejos. Los jóvenes
Tomados del brazo, las aves en los árboles
- Las generaciones que mueren - cantando,
Las cascadas de salmón, los mares repletos de atún,
Peces, animales, aves, encomian todo el verano
Todo aquello que se produce, nace, y muere.
Atrapado en esa música sensual todo ignora
Monumentos de intelecto que no envejece.

II

Un hombre viejo no es más que una cosa miserable,
Un abrigo andrajoso sobre un bastón, a menos
Que el alma aplauda y cante, y cante más fuerte
Por cada arruga en su traje mortal.
Ni hay otra escuela de canto que el estudio
De monumentos de magnificencia única;
Y por eso he navegado los mares y he venido
A la santa ciudad de Bizancio.
III
Oh sabios que estais en el fuego sagrado de Dios
Y en el dorado mosaico de un muro,
Venid del fuego sacro, girad hasta mí,
Y sed los maestros de canto de mi alma.
Consumid mi corazón; enfermo de deseo
Y atado a un animal agonizante
No sabe ya lo que es; y llevadme
A la ilusión de la eternidad.

IV

Una vez fuera de la naturaleza, no he de tomar
Mi forma de ninguna cosa natural,
Sino una forma como la que los herreros griegos hacen
De oro repujado y esmalte dorado
Para mantener despierto a un somnoliento Emperador;
O ponen en una rama dorada para que cante
A los señores y las damas de Bizancio
Sobre lo pasado, lo presente, o lo por venir.



Sailing to Byzantium

That is no country for old men. The young 
In one another's arms, birds in the trees, 
—Those dying generations—at their song,
The salmon-falls, the mackerel-crowded seas, 
Fish, flesh, or fowl, commend all summer long 
Whatever is begotten, born, and dies. 
Caught in that sensual music all neglect 
Monuments of unageing intellect. 


II 

An aged man is but a paltry thing, 
A tattered coat upon a stick, unless 
Soul clap its hands and sing, and louder sing 
For every tatter in its mortal dress, 
Nor is there singing school but studying 
Monuments of its own magnificence; 
And therefore I have sailed the seas and come 
To the holy city of Byzantium. 


III 

O sages standing in God's holy fire 
As in the gold mosaic of a wall, 
Come from the holy fire, perne in a gyre, 
And be the singing-masters of my soul. 
Consume my heart away; sick with desire
And fastened to a dying animal 
It knows not what it is; and gather me 
Into the artifice of eternity. 


IV 

Once out of nature I shall never take 
My bodily form from any natural thing, 
But such a form as Grecian goldsmiths make 
Of hammered gold and gold enamelling 
To keep a drowsy Emperor awake; 
Or set upon a golden bough to sing 
To lords and ladies of Byzantium 
Of what is past, or passing, or to come.

W. B. Yeats, “Sailing to Byzantium” fromThe Poems of W. B. Yeats: A New Edition,edited by Richard J. Finneran. Copyright 1933 by Macmillan Publishing Company, renewed © 1961 by Georgie Yeats. Reprinted with the permission of A. P. Watt, Ltd. on behalf of Michael Yeats.
Source: The Collected Poems of W. B. Yeats(1989)