El mar. ¡Solo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
Aqui estan las pobres palabras de uno de los tantos seres del ciberspacio, que sabe que las palabras son solo sustitutos deficientes del pensamiento.
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