LA DULCE VENGANZA DE JOSEF HASSID
(a partir de La meditación de Thaïs)
A Iván Brull
La luz sólo es quebrada / por quien encuentra belleza
en medio de las sombras.
Una puerta a medio abrir es mi cerebro,
por eso escucho la voz que ilumina el temblor de los ciegos.
Los sonidos son la perpetuación de la vida,
como una ola gigante que en la orilla no muere.
Y sube y baja la marea del instinto
mientras el violín lo toca aquel que murió a los 26,
luego de que le abrieran el cráneo en una lobotomía.
¿Pero qué sale del cerebro de un genio?
¿Pus dorada?
¿Embriones de pájaros extintos?
¿Humo con olor a azufre, a jazmín, a brea?
¿Qué brota de alguien que sólo nace cada 200 años
para darnos a los mortales un poco de belleza?
Y un poco de dolor, desde luego,
porque todo lo bello duele.
Por eso un genio viene cada 200 años
y se venga de los doctores del Tiempo
haciéndoles lobotomía a través de la música.
Y ya con la tapa del cráneo abierta
les susurra muy bajito al oído:
No dejes de respirar los sonidos,
No dejes de sentir, no dejes de sentir,
que todavía estás vivo.
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